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DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN DE VALORES



Respeto


Respeto: Trato a los demás como quiero ser tratado.

Definición: Dedicar atención a alguien o algo. Consideración. Tener un concepto elevado de alguien y tratarlo de acuerdo con él. Muestra de cortesía: afecto que tiene alguien a otra persona. Aceptar una autoridad o unas normas legales, una orden, etc. (RAE).

Lema: Trato a los demás como quiero ser tratado.

El lema es la llamada regla de oro: trata a los demás como querrías que te trataran a ti, que se encuentra bajo distintas formulaciones en prácticamente todas las culturas, religiones y filosofías, como una regla universal que se considera fundamental. Se basa en el sentido común y en el principio de no agresión. Quién la aplica tratará con consideración y respeto a todas las personas y no sólo a las que están a su alrededor. Para poder vivirla es necesario el autocontrol del enojo y las pasiones que llevan a pensar o realizar la venganza, la violencia, el bullying y la rebeldía.

El respeto como Hábito:

Quien adquiere un hábito bueno tiene una capacidad especial para hacer el bien y por ello su actuación le brota con prontitud, con facilidad, como algo natural con agrado, con gusto; así como para un corredor es muy agradable su carrera, para un orador dar un discurso o para una persona respetuosa tratar amablemente a todas las personas. Es más, la persona con estos hábitos no solo realiza actos buenos, sino que da lo mejor de sí misma en sus acciones concretas. Para tener estos hábitos buenos, que hacen felices a las personas, no basta conocerlos, sino lo verdaderamente importante es vivirlos realmente.

La razón, la voluntad y el corazón que hay en las personas, y que nos distinguen de los animales, son como la musculatura del cuerpo. Hay que tenerlas siempre a tono con el ejercicio continuo de los hábitos buenos, para que puedan responder bien y con agilidad a los retos, dificultades u oportunidades que se les presentan en la vida. Cuando practico el respeto, al tratar bien a los demás, voy adquiriendo muchos de estos hábitos buenos.

Las personas con hábitos buenos son más libres que quien carece de tales cualidades, ya que con ellos se adquieren el autocontrol y son señor de sí mismos, así llevarán las riendas de su vida, sin dejarse arrastrar por el ambiente, estados de ánimo, las pasiones desordenadas, la comodidad, el enojo, etc. y, en consecuencia, más capaces de vivir el respeto y alcanzar la paz, la justicia y la felicidad que viene con ellas.
En el esfuerzo por respetar a todas las personas y a la naturaleza, se van ejercitando hábitos buenos que llevan a tener una sociedad justa y respetuosa, donde se trate amablemente y consideración a todas las personas, como nos gustaría que nos trataran a nosotros.

El respeto y el Autocontrol

Para poder vivir el respeto es fundamental tener autocontrol, que ayuda a no maltratar a los demás por ninguna razón. Gracias al autocontrol la persona puede dominar la ira y el enojo que se siente ante distintos acontecimientos, evita dejarse llevar por lo que siente en ese momento y trata a todos con respeto.

Para adquirir autocontrol, y poder respetar a los demás, no es suficiente repetir estos actos: es esencial que la intención que le mueva a actuar sea buena, ya que hay personas que tratan amablemente a los demás y con respeto, pero para conseguir un favor, para abusar de ella cuando se descuide, y más que respeto, es conveniencia y egoísmo, por lo que se corrompe esa persona. Para realmente alcanzar el hábito bueno es necesario respetar a los demás porque se tiene un concepto elevado de cada persona y se trata de acuerdo con esa dignidad que todas tienen. Lo importante es el convencimiento interior, no tanto el aparentar que tiene respeto.

Por lo que el autocontrol no significa limitación, contención, represión, estrangulamiento, freno o cerrojo… Es más bien armonía, orden interior; hacer un todo armónico de una serie de componentes dispares; recta proporción entre la razón y las pasiones; un ordenamiento con sentido; es crianza, cultivar, educar, medida, mesura, autodominio.

La persona con autocontrol está convencida que lo material y la atracción de los placeres sensibles son un medio para la vida y no un fin en sí mismos. Por lo tanto, está por encima de todo lo que es aparentar: compra, usa, ingiere y tiene lo que necesita, no tanto por estar a la moda y menos por competencia con el resto de sus iguales, o por lo que se antoja. En la relación con los bienes materiales y en la atracción de los placeres sensibles, el que tiene autocontrol actúa igual si lo ven o no lo ven; siente bonito o feo; con ganas o sin ellas; esté solo o acompañado. El peligro está en abusar de los bienes, en poner el corazón en la riqueza, en buscarla como un fin: este peligro se acentúa más en nuestro entorno social, en el que la abundancia de bienes de que disponemos hace que algunos se sientan dominados por el afán de poseer y el consumo desordenado, con la consiguiente pérdida del respeto, ya que el desprendimiento ayuda a dar lo suyo a los demás y no quitárselo: el respeto al derecho ajeno es la paz, como diría Benito Juarez.



Explicación del Respeto:

Para lograr la justicia, la paz y la armonía en la sociedad es fundamental el respeto a todas las personas en las relaciones: familiares, con los vecinos, con los amigos, con los compañeros, en los negocios y con los desconocidos en la calle, en el tráfico y hasta con los que nos caen mal. Esto trae mucha salud emocional y psicológica, y es la base de una vida feliz, más que el dinero, el poder, la fama o el placer.

Nadie que se vea a sí mismo como persona, podrá justificar una forma de vida infrahumana para los que le rodean: esto es la raíz de los derechos humanos. Vivir con respeto y no agredir a nadie es un derecho para cualquiera y va más allá de pertenecer a una raza, etnia o país; lo compartimos todas las personas, jóvenes y viejos, pobres y ricos, y personas de todas las creencias y países. Hemos de incluir a aquellas personas con capacidades diferentes, en estado de coma, en periodo de gestación, … Piensa si tu estuvieras en esas circunstancias como te gustaría que te trataran: seguro que con respeto y amor.

En ocasiones por que hablamos mal de otros, o escribimos, o por señas, atacamos a los demás y le dañamos su imagen o reputación. No se trata de sobreprotección o no reconocer lo que está mal, pero tampoco estar diciendo a todo el mundo los errores o defectos de los demás, como no nos gustaría que lo hicieran con nosotros. ¿A quién le gusta que hablen mal de él? Y peor si inventamos chismes o cosas que no son ciertas, sólo por diversión o hacer daño a alguien. No es difícil comprender la maldad de todo esto que da lugar a incalculables males, y muchos de ellos irreparables.



La persona respetuosa, cumple sus compromisos pequeños o grandes, sus promesas, sus deberes, los códigos de ética de su escuela, trabajo o familiares, a pesar de los obstáculos que se presenten; el marido o la esposa que, independientemente del lugar o del momento, no hacen a su cónyuge lo que no les gustaría que les hicieran a ellos; quien al recibir un encargo de administración, vela por los intereses de la empresa en cuestión y no trafica en beneficio personal, aprovechándose de los privilegios de su situación. Como puede verse, se trata de un valor no muy frecuente y absolutamente indispensable. Se trata de algo particularmente importante y necesaria en nuestros días y en nuestro ambiente porque, por desgracia, el no respetar lo pactado se ha extendido como una plaga en amplios sectores sociales. Este respeto es importante para evitar la corrupción en diversos ambientes, públicos o privados de tantos países, que es como un cáncer en la sociedad.

Hay que saber respetar la autoridad, tanto la de los padres y mayores de la familia como las de la escuela o trabajo; de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, así como la de los árbitros y servidores públicos. A todos nos gusta que nos traten amablemente y no con violencia, amenazas, mal trato, gritos, golpes o bullying. Nos gusta que exista la reciprocidad. Y todo esto es más fácil si se vive con sencillez, sin creerse más importante o mejor que los demás.

Existen dos antivalores del respeto que son extremos por exceso o defecto, ambos igualmente desaconsejables y con consecuencias negativas:

• Por exceso tenemos el servilismo: que de modo bajo, vil y despreciable se somete totalmente a la autoridad de alguien, aunque lo maltraten y no lo respeten. Se da en el caso de las pandillas, o de los que abusan de otros y estos no se defienden. Los que se esclavizan a otra persona por conveniencia o inseguridad.

• Por defecto está la agresión o el maltrato: tratar mal a los demás de palabra u obra. Intenta hacer acciones para herir, hacer daño a una persona; insulta a los demás; hace bullying y se burla de la autoridad. Quien no cumple con lo prometido.

Ponemos algunos ejemplos para que se entienda mejor:

1. La persona que vive el respeto no maltrata a nadie. No grita en su casa y, si pide algo, lo hace de buen modo. En el tráfico comprende a los que llevan prisa o a los que se meten, y evita insultarlos. Si reclama algo a un dependiente en la tienda, lo hace con cortesía sin maltratarlo. Evita cualquier agresión y procura ser amable con los que le rodean, ya que es sencillo, y no está reclamando que le consideren o le hagan favores. Es respetuoso con las autoridades en todos los niveles. La gente lo estima y lo trata mejor, que a los que son brabucones.

• Las personas que viven el servilismo: nunca reclaman nada, ni de buena ni de mala manera. Les gritan y abusan de ellas y no se defienden. No se pelean con nadie y se sienten que no tienen ningún derecho, por lo que a todo dicen que sí, y suelen abusar de “su bondad”. Obedece todo lo que le dicen, sea bueno o malo, le venga bien o le venga mal.

• La persona agresiva es la que se la pasa molestando a todos lo que le rodean. Pide las cosas a gritos y con malas maneras. En el tráfico insulta a los demás, reclama con malos modos. No respeta a la autoridad y se burla de todos, hace lo que quiere sin importar que molesta a los demás. Se siente con muchos derechos y quiere que todos le sirvan cuando quiere y como quiere. No respeta los lugares y se cuela en las filas. Nadie lo estima y le sacan la vuelta todo lo que pueden.

2. Vive el respeto la persona que cumple la palabra dada y pone los medios para vivir de acuerdo a sus compromisos, ideales y creencias, aunque pase el entusiasmo inicial, esté cansada o no sea fácil. Evita comprometerse con algo que no podrá cumplir. Realiza las cosas cuando se las piden respetando el tiempo acordado. Es fiel en el trabajo y los compromisos de un contrato. Cumple su horario y las actividades programadas, aunque le propongan unos planes más atractivos. El que ocupa un cargo público y cumple lo prometido y no roba o abusa.

• La persona con servilismo: a pesar que el otro no cumple con su parte, o es imposible cumplir aquello, se empeña en seguir adelante a pesar de graves daños que puedan sufrir él u otras personas. No sabe exigir a los que dependen de él, los suple en el trabajo a costa de su salud y tiempo, con tal de sacar algo adelante. No sabe decir que no, cuando le piden algo fuera de tiempo o le encargan cosas de más. Los que siguen con un trabajo o cónyuge, a pesar de malos tratos, violencia, humillaciones, abusos, etc.

• La persona que maltrata a otras: Se la pasa pensando cómo vivir de manera fácil y divertida, sin importarle sus compromisos o lo puesto en un contrato. Sólo busca ganancias y no le importa comprometerse con algo que no cumplirá. Trabaja caprichosamente y le lleva a no cumplir sus horarios y obligaciones: en el trabajo, familia o la sociedad. Hace a los demás lo que no le gustaría que le hicieran a él. No le importa si no cumple lo prometido. Y va abusando de los demás. Le falta reciprocidad, sólo piensa en sus ganancias y transar a los demás.

3. La persona respetuosa, habla bien de las personas aun cuando esté molesto o en desacuerdo con ella, porque es verdad, o tiene razón lo que dice el otro. Aprende a decir las cosas donde se tienen que decir, a quién se tienen que decir, sin criticar. Evita el chisme y decir cosas que no le constan. Es objetivo al comunicar las noticias, y evita decir las cosas que sabe, pero que pertenecen a la intimidad de una persona.

• La persona servil: busca defender al prójimo sin ver la realidad de las cosas, sin aceptar lo que está pasando. Disculpa a todos, encubre a los demás, cuando pregunta quién tiene derecho a saber, y contesta con evasivas. No dice la verdad, porque le pagan o dan algún regalo. La que recibe sobornos para hacer lo que no está permitido. La que vende droga por que le pagan bien.

• La persona que maltrata a otras: se dedica a decir cosas negativas de otras personas, sean ciertas o inventadas. Se la pasa haciendo sufrir a los demás con el bullying, para divertirse. Habla mal con todos de las demás personas, le consten o no, sea verdad o mentira. Si vende algo, exagera o inventa para vender más.

Valores relacionados con el Respeto:

1. Reciprocidad: Dispuesto a corresponder del mismo modo a un determinado comportamiento ajeno. Es la aplicación de la regla de oro, trata a los demás como querrías que te trataran a ti. Quién la aplica tratará con consideración y respeto a todas las personas y no sólo a las que están a su alrededor. Para poder vivirla es necesario el autocontrol del enojo y las pasiones que llevan a pensar o realizar la venganza, la violencia, el bullying y la rebeldía.

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Dispuesto a corresponder del mismo modo a un determinado comportamiento ajeno. En algunas culturas o pueblos se refiere a la manera informal de intercambio de bienes y trabajo que se da en un sistema económico informal. Dado que todos los seres humanos virtualmente viven en algún tipo de sociedad, y que además cada uno tiene al menos algunas posesiones; la reciprocidad se puede encontrar en todas las culturas.

Es la aplicación de la regla de oro, trata a los demás como querrías que te trataran a ti, que se encuentra bajo distintas formulaciones en prácticamente todas las culturas, religiones y filosofías, como una regla universal que se considera fundamental. Se basa en el sentido común y en el principio de no agresión. Quién la aplica tratará con consideración y respeto a todas las personas y no sólo a las que están a su alrededor. Para poder vivirla es necesario el autocontrol del enojo y las pasiones que llevan a pensar o realizar la venganza, la violencia, el bullying y la rebeldía.

Es lo que se conoce también como “cadena de favores”, si fui sujeto de un apoyo por parte de un pariente, cuando me pida un apoyo él o algún otro, con más gusto los apoyaré, como me apoyaron a mí. La regla de oro se entiende como una ética de la reciprocidad y se enuncia de distintas maneras: minimizar el daño de todos, para así maximizar la felicidad de todos; lo que tú no quieres, no lo hagas a los demás; lo que deseas, hazlo a los demás; lo que reproches a otros, no lo hagas tú mismo; debes actuar como juzgas que los demás deben hacerlo; respeta al otro, como a ti mismo; no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

Hay que tener en cuenta que esta reciprocidad, no significa que tengo que hacer exactamente lo mismo que me hicieron, sino corresponder con la misma actitud o servicio. Por ejemplo, si se me ponchó una llanta y me ayudaron, no significa que solamente ayudaré a los que se le ponchan llantas, sino tener la disposición de ayudar a los demás en lo que se les ofrezca. O si a uno le gusta cenar fruta, no quiere decir que deba de llevar de cenar fruta a todos, sino lo que a la otra persona le agrade.

Existen dos antivalores en contra de la reciprocidad: La persona abusiva que sólo pide, pero nunca da nada, haciendo un uso excesivo, injusto o indebido de alguien; y la persona dejada, la que siempre da y nunca pide; la que sólo consiente los caprichos; la que está abandonada, le falta cariño y estimación de otra persona, a pesar de que le sirve o ayuda.

Pondremos unos ejemplos para que se entienda mejor:

1. La persona con reciprocidad es aquella que valora lo que le dan en su familia, y lo que aportan los demás en servicio, atenciones, dinero, esfuerzo y contribuye, al menos, de igual forma sin que se lo pidan o tengan que obligarla. De igual manera actúa en su trabajo, escuela, en el barrio o colonia.

• La persona abusiva es la que se da cuenta de todo lo que aportan los demás en la casa, pero ella no mueve un dedo, se justifica para no ayudar, todo lo hace a regañadientes, y no agradece las cosas, sino que además exige, tanto en su casa, como donde labora o vive.

• La persona dejada es la que trabaja todo el día, y en su casa es la que hace todo, y no pide ayuda a los demás, a pesar de que se desvela o está agotada. Misma actitud que tiene en su trabajo o barrio. Y además no se lo agradecen ni le tienen consideración.

2. La persona que vive la reciprocidad es la que sabe trabajar en equipo, asume su responsabilidad y saca el trabajo que se repartieron equitativamente. Sabe prestar apoyo a sus compañeros cuando lo necesitan, y sabe pedir ayuda cuando realmente lo necesita.

• La persona abusiva en un trabajo de equipo, se quiere quedar con lo más fácil o hacer lo menos posible, o lo que le toca realizar no lo hace, y si lo hace lo realiza mal, daña el trabajo de sus compañeros, y además lo tienen que suplir.

• La persona dejada es la que hace el trabajo de todos, trabajando horas extras o trabajando desde su casa. Ya sea por ingenua y se cree los argumentos que le dan los otros, o porque no sabe defenderse, o porque se quiere ganar la estima de los demás, que están abusando de ella.




2. Amabilidad: Digno de ser amado. Agradable, dulce, suave en la conversación y el trato, complaciente, afectuoso, sin tosquedad ni aspereza. Es la persona que hace decorosa y grata la relación con el prójimo, gracias a la amabilidad y delicadeza en el trato mutuo, haciendo así la vida agradable a las demás. Trata a los demás teniendo consciencia de que cada persona es digna de respeto, independientemente de que le agrede o no, por lo que nunca maltrata a nadie.

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Digno de ser amado. Agradable, dulce, suave en la conversación y el trato, complaciente, afectuoso, sin tosquedad ni aspereza. Es la persona que hace decorosa y grata la relación con el prójimo, gracias a la amabilidad y delicadeza en el trato mutuo, haciendo así la vida agradable a las demás. Vive en un grado excelente el respeto.

La amabilidad, como su nombre lo indica, se refiere a la capacidad de una persona de hacerse querer por otras, por el hecho de tener una actitud atractiva, que hace capaz de generar simpatía y cariño por parte de los demás. Una persona que es amable hace que los otros se sientan cómodos en su presencia, quieran escucharlo y disfruten de los momentos que pasan juntos. En cambio, las personas que son sangronas, que son antipáticas, groseras, generan un rechazo por parte de los demás, y cierran las posibilidades de que su persona y sus ideas sean bien recibidas por parte de los demás. Su compañía no es agradable a muchos.

Tratemos a los demás teniendo consciencia de que cada persona es digna de respeto, independientemente de que nos agrade o no. Si nos damos cuenta de ello la trataremos con respeto, y luego con cariño. Basta comenzar a pulir algunas de las formas con las que nos dirigimos a los demás para ser amables, entre ellas: siempre decir "muchas gracias" o pedir perdón a la persona ofendida. Un simple "lo siento" hace mucha diferencia. También es fundamental el interesarnos por la situación de los demás, el preguntar por cómo han estado.

Si es que llegamos a darnos cuenta de que no somos las personas amables que pensábamos, es momento de cambiar, de empeñarse en dar lo mejor de nosotros a los demás y no lo peor. Recordemos siempre que la amabilidad es el primer paso a construir relaciones sociales cada vez más profundas. Es el primer paso hacia el respeto, la amistad y hacia un amor profundo. Si no usamos la llave de la amabilidad, nos cerraremos la puerta hacia las relaciones humanas.

Es lógico que en ocasiones nos enojemos, pero la persona amable es capaz de autocontrolarse para no insultar o maltratar a alguien, por ningún motivo, que es distinto de saber corregir o ser firmes en las cosas importantes, pero siempre con buen modo, con respeto.

Hay dos antivalores de la amabilidad: está por un extremo la ira o la cólera, que lleva a tratar a los demás con malos modos, ser grosero; y por el otro extremo está el apático, o el que exagera en el trato amable pero poco natural, que llega a cansar.

1. La persona amable, cuida su enojo y evita estallar con facilidad al molestarse con los demás por las cosas no hechas correctamente. Es el que tiene Inteligencia emocional y, aunque sienta el enojo, no se deja llevar por él. Sabe solucionar sus problemas y sobrellevarlos. Evita lastimar o molestar a los demás cuando está enojado, deja pasar un tiempo, y ya más sereno actúa.

• La persona iracunda, no controla sus sentimientos, hace berrinche sin razón. Se enoja por cualquier motivo con desproporción, y le dura mucho tiempo. Se molesta por cualquier incomodidad y se queja: hace calor, tengo sed, tengo hambre, hay mucho trabajo, etc. Otros llegan a golpear u ofender a sus familiares, vecinos o al que se les atraviese.

• La persona apática: aunque algo este mal, le tiene sin cuidado lo que pasa a su alrededor. No se enoja ni se irrita, aunque la ocasión lo amerite, y no entiende que los demás se enojen. Permanece inalterable ante cualquier situación, ni se alegra ni se enfada por nada. Es incapaz de defender a nadie, aunque pueda y deba hacerlo.

2. La persona amable trata bien y con buenos modos a sus compañeros. Saluda a todos los que ve. Sabe comprender los defectos de los demás. Contesta de buen modo cuando alguna autoridad pide algo y evita llevar la contra siempre que puede. Contribuye a hacer agradable el ambiente en el que se mueve, y evita lo que pudiera desagradar, sin darle a la gente por su lado. Busca más lo que une, que lo que desune.

• La persona iracunda le hace la vida imposible a los demás con palabras o actitudes. Es grosero al contestar, hace Bullying, contesta de malos modos. Se fija demasiado en los detalles, tanto que hacen incómoda la relación. Está pensando como molestar a los demás, y lo hace sin darse cuenta, pues ya actúa de esa manera inconscientemente.

• La persona exagerada en el trato es formalista, cuida sus modales con hipocresía, pero por dentro quisiera no hacerlo, o se queja. Exagera sus buenos modos y llega a ser meloso, molesto. A todos hace fiesta y les dice que sí, sin importar que sea algo bueno o malo.




3. Obediencia: Lleva a cumplir las indicaciones de quien tiene autoridad, o ser dócil a las personas que le educan o quieren ayudar. Por eso la persona obediente pone atención a las indicaciones que le dan. Si le llaman atiende. Sigue las instrucciones que le dan. Es amable cuando le hablan, o habla hasta que se lo pidan. Para vivir con tino hay que saber escuchar y obedecer a quien tiene la capacidad de guiarnos, ya que de esta manera es posible llegar más lejos.

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Lleva a cumplir las indicaciones de quien tiene autoridad, o ser dócil a las personas que le educan o quieren ayudar. Por eso la persona obediente pone atención a las indicaciones que le dan. Si le llaman atiende. Sigue las instrucciones que le dan. Es amable cuando le hablan, o habla hasta que se lo pidan. En pocas palabras sabe vivir el respeto con la autoridad.

La obediencia es muy útil, pensar por ejemplo ¿Qué pasaría si en alta mar un capitán no tuviera estrellas y sol para guiarse? ¿Si no dispusiera de mapas e instrumentos de navegación? ¿Qué le pasa a un científico que no siguiera los procedimientos adecuados?, quizá todo terminaría en un naufragio o en un desastre, pues sin escuchar indicaciones o normas, nadie podría obtener buenos resultados ni llegar a tener éxito en lo que se propone. Para navegar, hacer ciencia, o aprender, para mejorar las cosas, o simplemente para sobrevivir, hay que tener precauciones, saber seguir instrucciones y obedecer ciertas guías. La capacidad de aceptar orientación y agradecerla puede ayudar a las personas a conseguir los bienes que buscan; ya que para tener lo que anhelamos, hará falta mucho más que sólo improvisar o seguir impulsos: requeriremos caminar bien acompañados y por senderos confiables, construidos con base en experiencias, estudio y sabiduría, respetando el esfuerzo de muchas personas que nos precedieron a través del tiempo.

El éxito se identifica plenamente con la libertad, pues siendo esclavo nadie podría decir que tiene éxito; sin embargo, para crecer en libertad, se necesita ser responsable y tomar en cuenta a los demás, sobre todo a los que nos pueden ayudar a vivir más libremente alejándonos del peligro y el fracaso. Todo esto se consigue al escuchar sus indicaciones y agradeciendo el interés por nosotros; en otras palabras, teniendo una actitud de aprecio hacia los que nos educan y exigen. La práctica de este comportamiento o actitud se llama obediencia y docilidad.

El que no construye dentro de sí una actitud favorable a las normas y consejos, hacia las instrucciones y las reglas, en realidad está cultivando el error. Para vivir con tino hay que saber escuchar y obedecer a quien tiene la capacidad de guiarnos, ya que de esta manera es posible llegar más lejos. Al mismo tiempo, hemos de saber mostrar cortesía y agradecimiento con el que nos beneficia o se interesa por nosotros. ¿Cómo es esto posible? A través de una correcta actitud de docilidad: una disposición interior formada voluntariamente que nos capacita para aceptar orientación y obedecer, con cortesía y agradecimiento, a quien sabe más, se desenvuelve mejor o tiene autoridad en el trabajo, en el deporte, etc.

Es bueno recordar que no es posible cultivar el respeto y la docilidad mediante una exigencia absurda o violenta: lo desproporcionado y lo carente de razones puede causar una pérdida de autoestima, generar rebeldía o, simplemente, producir temor o reaccionar sin respeto. La docilidad inteligente, como un bello árbol, ha de ser regado en la raíz con alegría, amabilidad, respeto y diálogo; con abundantes explicaciones acerca de a dónde nos conduce obedecer y, también, con un seguimiento puntual y amigable, acompañando el crecimiento y el progreso. Hemos de construir con paciencia la capacidad de distinguir la docilidad del sometimiento (obediencia sin inteligencia), para que las personas sepan obedecer y mostrar amabilidad a quien merece tener el noble encargo de exigirles, buscando su bien y la verdad de las cosas. Propiciemos que sean dóciles y obedezcan a quienes en realidad los aman. Hay que promover en las personas una docilidad crítica e inteligente para hacer de nuestras familias, escuelas y comunidades verdaderas tierras de cultivo de la abundancia, la paz y el respeto a las libertades propias y de los demás. Podemos formar juntos ciudadanos pensantes y líderes responsables, que conduzcan a este mundo por el camino de la paz, la justicia y la alegría.

Los antivalores de la obediencia son: por exceso está el servilismo, aquella persona que se deja tratar como esclava o aplastar por un dictador; y el otro extremo es el desacato, que es la falta del debido respeto a los que tienen autoridad; y también el desobedecer a los padres y educadores.

Pondremos algunos ejemplos para que se entienda mejor:

1. La persona que practica la obediencia: respeta a la autoridad y a los directores. Cumple las señales de tránsito y sus deberes de ciudadano. Obedece y respeta al profesor, al jefe, al árbitro, sin agredirlos ni insultarlos, cuando no está de acuerdo con sus indicaciones.

• La persona con servilismo: sólo hace lo que se le indica para quedar bien con la autoridad. Se deja pisotear y manipular por la autoridad, el cónyuge, o los padres.

• La persona desobediente: se burla de las autoridades civiles y de todas las leyes. Desobedece al: profesor, a su jefe, al árbitro y los agrede cuando puede. No hace caso a las indicaciones ni consejos. Es el típico rebelde que hace lo contrario, sólo porque se lo dijeron, sin pensar en las consecuencias.

2. La persona obediente: obedece y respeta a sus padres, les avisa donde está. Es consciente del dinero que gasta y evita endeudar a sus padres. Procura estar pendiente de sus padres y atento a sus necesidades. Respeta y cede el paso a los mayores o les deja el asiento.

• La persona con servilismo: sólo hace en la vida lo que sus padres le indican. Les tiene miedo a sus padres y por eso los respeta. Tiene un servilismo tal a sus padres que descuida realizar sus propios deberes en el trabajo, o con la familia que ya formó.

• La persona desobediente: abusa de los padres como si debieran de servirle, darle todo y les exige de mala manera. No tiene respeto alguno por los mayores. Al enojarse niega la palabra a sus padres, no se comunica con ellos. No le importa hacer sufrir a su familia.




Sencillez: Dicho de una persona: natural, espontánea, que obra con llaneza, sin doblez ni engaño, que expresa los conceptos naturalmente sin complicaciones. La sencillez es un estilo de vida que busca ante todo la autenticidad en el actuar, sin importarle las apariencias. La persona sencilla es quien se conoce y se acepta a sí misma, con sus cualidades y defectos. La sencillez ayuda a que la tendencia profunda de la persona a demostrar su propia valoración y el hacerse valer ante los demás, no se convierta en soberbia y se corrompa.

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Dicho de una persona: natural, espontánea, que obra con llaneza, sin doblez ni engaño, que expresa los conceptos naturalmente sin complicaciones. La sencillez es un estilo de vida que busca ante todo la autenticidad en el actuar, sin importarle las apariencias. Nuestros días podemos complicarlos hasta extremos insospechados donde terminamos no teniendo tiempo para nadie porque tenemos muchas gestiones a realizar, que con cierta ligereza calificamos de urgentes. Parece que si no se tiene una agenda apretada uno está de más en la vida. Hay que tender a descompilarnos la vida. La sencillez como estilo de vida no es fruto de la simpleza o de una mente poco imaginativa, sino todo lo contrario, es más bien consecuencia de una actitud inteligente que evita los errores, omite lo superfluo, ignora lo irrelevante y siempre sabe dónde hay un posible peligro donde no debe caer.

En las personas hay tres tendencias vitales: primero, las que llevan a la conservación; en segundo lugar, se encuentra la verificación personal que impulsa al dominio y la valoración ante uno mismo y los demás; por último, el perfeccionamiento que incita la curiosidad, el afán de conocer. La sencillez ayuda a que estas tendencias profundas de la persona a demostrar su propia valoración, el hacerse valer ante los demás y el perfeccionamiento, no se conviertan en soberbia y la corrompan. Las personas soberbias con incapaces de respetar a los demás: esta es la base de muchas faltas contra este valor fundamental en la vida de las familias y comunidades.

La persona sencilla es quien se conoce y se acepta a sí misma, con sus cualidades y defectos. Y esto, que en teoría es muy atractivo, en la práctica resulta difícil. Todos nos vemos ofuscados diariamente por un desordenado amor propio que lleva a sobrevalorar nuestra personal actuación. De ahí que se requiera el autocontrol, para no dejarse llevar por todo esto, y con sencillez evitar compararnos, sentirnos superiores, y maltratar a los demás, a quién vemos despreciables y acabamos por no respetar.

Hay personas que, con falta de sencillez, van ambicionando honores y puestos, presumen de lo que hacen, o fomentan la vanidad con el aspecto físico, la ropa, aparatos que usa, etc. La sencillez huye de todo privilegio por considerarlo discriminatorio, principio que lleva al respeto de los demás.

Los antivalores de la sencillez son la ingenuidad y el complejo de inferioridad, por un extremo; y por el otro extremo está la persona complicada, artificial, soberbia, o la competitividad: el estarse comparando y queriendo ganarles a los demás, en todos los aspectos.

Pondremos algunos ejemplos para que se entienda mejor:

1. La persona sencilla actúa de manera natural y de acuerdo a sus convicciones, y como piensa. Sabe decir que no, aunque esté mal visto por los demás. Dice lo que le pasa y hace lo que le piden, sin complicaciones, sin pensar cómo queda, o qué opinan los demás de ella.

• La persona ingenua, se cree todo lo que le dicen sin indagar un poco más. Suelen abusar de ella, echándole el trabajo de los demás. No tiene malicia y la engañan con facilidad.

• La persona complicada siempre le da vueltas a lo que le pasa, como quedó, que van a decir de ella. Cuando falla, busca pretextos para justificarse y se disculpa muchas veces. No se da a conocer con facilidad. Hace lo que todos hacen, aunque no le guste. Y su opinión va cambiando dependiendo con quién habla, sin mantener una opinión propia por miedo a que la excluyan o se burlen de ella. Tiene varias caras.

2. La persona sencilla, está contenta con el trabajo que realiza, aunque no sea valorado por los demás. Tiene espíritu de servicio y está al pendiente de las necesidades de los demás. Busca ser competente, más que estar compitiendo y ganarles a los demás.

• La persona con complejo de inferioridad, busca inspirar lástima a los demás, con gestos, su forma de vestir, etc. Se compadece de sí mismo. No mira a los ojos y se siente víctima. Piensa que no merece el respeto o el cariño de nadie.

• La persona soberbia, vanidosa, se siente superior a los demás y presume de sus cualidades siempre que le sea posible. Piensa que todo lo puede, y lo hace mejor que nadie. Le quiere ganar a todos. Se siente merecedora de que todos la quieran, la escuchen y le hagan caso, pero es incapaz de respetar o ayudar a otros.

3. La persona sencilla tiene conversaciones, pero sin hablar demasiado de sus cosas. Reconoce y acepta cuando se equivoca. Se conoce a sí misma, y aprende de sus errores. Evita vivir una vida de apariencias o hipocresía y le repugna todo lo que es dobles y engaño.

• La persona con complejo de inferioridad, habla mal de sí misma, y sólo ve errores en su vida y en su actuar. No se siente capaz de muchas cosas y llega al envilecimiento, a la humillación

• La persona vanidosa, habla demasiado de si y de lo que hace. No reconoce sus errores y siempre busca una justificación. Se considera casi perfecta, y busca ocultar sus deficiencias viviendo una vida de apariencias.



Ecología:Es el respeto y conservación de los ecosistemas particulares y el ecosistema global. En la actualidad nuestro planeta está sufriendo muchos cambios debido a la acción del hombre, cambios que de alguna manera afectan al equilibrio de los ecosistemas, y por supuesto también afecta nuestra vida y salud. Por lo que todos deben contribuir a la conservación y el cuidado de esta casa común, sentir afecto y estima por la naturaleza que nos rodea: es normal que un hijo se preocupe activamente y sufra por los problemas de su hogar.

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Es el respeto y conservación de los ecosistemas particulares y el ecosistema global. El Ecosistema es un gran sistema natural que lo conforman una variedad de seres vivos que comparten un mismo lugar, formando cada especie su propio hábitat donde interaccionan los diferentes elementos que los componen, como el medio ambiente y los seres vivos, logrando un equilibrio dinámico.

En la actualidad nuestro planeta está sufriendo muchos cambios debido a la acción del hombre, cambios que de alguna manera afectan al equilibrio de los ecosistemas, y por supuesto también afecta nuestra vida. Por lo que todos deben contribuir al respeto, la conservación y el cuidado de esta casa común, sentir afecto y estima por la naturaleza que nos rodea: es normal que un hijo se preocupe activamente y sufra por los problemas de su hogar.

«Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida» Carta de la Tierra, La Haya (29 junio 2000).

Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ecológica puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad.

En el mundo existen alrededor de 170 países y sólo en 12 de ellos (Australia, Brasil, China, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, India, Indonesia, Madagascar, México, Perú y República Democrática del Congo) se encuentra el 70% de la biodiversidad total del planeta; es por ello que a estos 12 países se les denomina mega diversos. Una razón más para cuidar a nuestro país, teniendo este buen hábito de una sana preocupación y respeto por la naturaleza, que es la ecología.

Existen dos antivalores: por un lado, está el ecologismo, que tiene una defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente, por encima de las personas; y en el otro extremo está el depredador de la naturaleza, que no la respeta, sino la destruye.

Pondremos un ejemplo para que se entiendan mejor:

1. La persona respetuosa de la naturaleza: cuida el agua, evita desperdiciar electricidad (apaga o desconecta lo que no usa), no vierte basura en lugares públicos o en el campo. Cuida de los animales y los respeta. Siembra un árbol, o cuida las plantas. Evita todo lo que puede contaminar el ambiente, etc.

• La persona ecologista: “diviniza” la naturaleza y la pone por encima de las personas. Es la que pone más énfasis en cuidar a la mascota y a las plantas que a los humanos. La que ataca avances científicos porque no son meramente naturales…

• La persona depredadora de la naturaleza es la que no respeta las plantas y animales maltratándolos. Desperdicia el agua, la energía, no le importa contribuir a la contaminación, tira objetos en el campo, carreteras o lugares públicos. Se burla de las campañas ecológicas, etc.




Educar para la vida:

Si eres respetuoso, te acercarás a las personas más de lo que puedes imaginar y tendrás más amigos y conocidos, ya que es la base para las relaciones duraderas; de hecho, es el robusto principio de las relaciones humanas y de la interacción con la naturaleza. El respeto es la base para las relaciones sociales: por eso cuida lo que dices, aprende a escuchar y muestra el interés y aprecio que tienes por los demás. No abuses de la autoridad que tienes y pon límites. Tendrás menos pleitos y fricciones aportando así la paz, en medio de un mundo violento.

Debes de recordar siempre que, si tratas a las personas que te rodean con educación y respeto, comenzando por la familia, el trabajo y el lugar donde vives, así como en la práctica del deporte, tanto en los entrenamientos como en los partidos, tendrás relaciones estables y cálidas. Es por ello que la enseñanza del respeto a todas las personas es primordial. Hay que darlo a conocer a todos desde que son muy pequeños, de forma que puedan manejar este concepto a plenitud, logrando que cada uno de ellos pueda crecer teniendo grabado en su corazón la grandeza del respeto a sí mismo y a otros. El respeto comienza por el cariño y los límites, se debe aprender a respetar a los demás por quienes son y no por lo que tienen. Las personas están para amarse, no para usarse.

Si te esfuerzas por tratar a los demás con respeto, casi siempre te tratarán de igual manera, por lo que recibirás entre tus compañeros de aula o en tu carrera profesional un trato muy digno. Esto confirma que la forma como das y te relacionas, marca un estilo de comunicación y transmite un mensaje claro. El respeto en el trabajo y en el salón de clases es indispensable para el buen funcionamiento del grupo y de cualquier equipo de trabajo. Todos son parte del éxito y, para tenerlo, se debe empezar desde el respeto.

Hoy más que nunca es imprescindible el respeto como componente esencial de las relaciones con los demás, porque vivimos en un mundo lleno de contradicciones, aunado a una agresividad latente y a una predisposición a generar reacciones carentes de respeto y de consideración hacia los otros. Por lo tanto, el respeto, junto con la solidaridad, el orden, la disciplina y la moderación son valores fundamentales para hacer posibles las relaciones de convivencia y comunicación eficaz entre las personas, son condición indispensable para el surgimiento de la confianza en las comunidades sociales.

Una persona respetuosa sabe que también debe tener respeto por su propio cuerpo, es decir, por su dignidad y su integridad física; por lo que sabe que si se cuida a sí misma tendrá la capacidad de concretar metas y de llevar un estilo de vida adecuado. Respeta tu cuerpo y el de los demás, pues no tiene una función de juego y diversión: son millones de adolescente y de personas en el mundo que contraen enfermedades de transmisión sexual o se embarazan.

Los que respetan viven la regla de oro: tratan a los demás como les gustaría ser tratados. El respeto favorece que una persona sepa lo que quiere lograr y sea consecuente con ese fin en beneficio propio y de los demás.